Blogia
ZALAMEA LA REAL - HISTORIA

EL MEGALITISMO EN ZALAMEA LA REAL VIII

EL MEGALITISMO EN ZALAMEA LA REAL VIII

LA METALURGIA

     Hemos referido anteriormente que uno de los aspectos de la economía de la cultura megalítica de nuestra zona y especialmente del área de El Pozuelo, fue la actividad minero-metalúrgica que, tal como dijimos, sin constituir un elemento básico de sus actividades económicas tuvo una carácter significativo por sus implicaciones sociales y culturales que nos llevan a tratarla ahora, especialmente, de manera separada.

     Quizá convenga, antes de profundizar en el sentido que tuvo esta actividad para nuestros pobladores, recordar algunos de los aspectos identificativos del Calcolítico. Se trata de un período en el que los hombres prehistóricos del Neolítico, para los que la piedra sigue siendo la materia prima para la elaboración de sus útiles y herramientas, comienzan a tener contactos con el metal, en este caso el cobre y empiezan a hacer uso de él, inicialmente con el fin de fabricar objetos de adorno y algunos otros más específicos, como pudieron ser hachas y puntas de flecha.

Todo ello conllevó el desarrollo de una técnica minero-metalúrgica que desembocó en una sociedad más avanzada y compleja. Por de pronto se advierte la existencia de tres procesos que  llegaron a suponer una auténtica diversificación ocupacional; estos tres procesos serán el de extracción, fundición y elaboración. Todo esto hará que la sociedad calcolítica gozase de unos avances tecnológicos y culturales que se difundieron con rapidez; sin embargo hay que hacer notar que en este primer estadio las actividades mineras se limitaban a la extracción del cobre que se hallaba  en cuevas u oquedades y en superficie, trabajándose sólo las primeras capas de las minas sin hacer una excavación exhaustiva, es decir, no se abrirían galerías en busca de filones sino que se limitaban a sacar el mineral de las menas que afloraban en los yacimientos a la vista, realizándose aún esta labor con útiles de piedra, los clásicos martillos de mineros.

      Una vez dicho la anterior nos metemos de lleno en lo que a nosotros nos concierne, es decir:  ¿En qué medida los contactos con los pueblos metalúrgicos intervienen en nuestra cultura megalítica?.

      Lo primero en resolver es de dónde nos llegan la primeras influencias. Inicialmente procederían del sureste peninsular (Almería-Los Millares) que a su vez las tomarían del sureste europeo. Desde allí va extendiéndose con rapidez en busca de nuevos filones. Es lógico suponer por donde penetraron hasta nuestra zona; los dos ríos, especialmente el Tinto, llevarían en sus aguas los indicios que conducirían a estos pueblos hasta culminar en los yacimientos de envergadura  (Riotinto) y desde allí se extendería a las pequeñas minas de sus proximidades (Chinflón, Masegoso, etc). No se trata de grupos poblacionales importantes sino muy reducidos que se instalan en la zona y que establecen contactos con los habitantes indígenas induciéndolos a la extracción del mineral. No modifican sustancialmente el sentido de su economía, simplemente los introducen en las actividades mineras para utilizarlos como mano de obra para obtener el mineral con el que ellos, posteriormente, comerciarían. Es necesario aclarar que, posiblemente, estos pequeños grupos que arriban a nuestra zona no son completamente distintos a los indígenas; presumiblemente  la cultura metalúrgica, desde su punto de origen en el sureste peninsular, ha ido mezclándose con las culturas autóctonas a lo largo de su difusión hacia occidente, por lo que estos grupos reducidos, cuando llegan aquí, participan ya de muchos elementos comunes con los que habitan el lugar, aportando, no obstante, nuevas técnicas arquitectónicas y culturales, consecuencia de la poderosa civilización de procedencia.

      Estos nuevos pobladores, una vez instalados, toman contacto con los que ya habitaban nuestra zona, pero esos contactos no se limitaban a las técnicas de extracción, sino que también les transmitieron las innovaciones culturales y religiosas que traían y que da como consecuencia la peculiaridad de la cultura dolménica de El Pozuelo, circunstancia que, sin lugar a dudas, también se produce en otras áreas del término de Zalamea pero en menor grado, debido quizá a una menor densidad de población o a la menor envergadura de las minas.

      Estas innovaciones se ponen de manifiesto en la adopción de nuevos ídolos y de nuevas técnicas arquitectónicas, apareciendo dólmenes de una cámara y planta irregular, así como el algunos elementos de la vida cotidiana, cuentas de collar y otras piezas de adorno.

      Es evidente la relación que se observa entre la mina de Chinflón y la ubicación de los lugares "de culto" o "sagrados", donde se situaban los enterramientos. La mina, que es el centro de interés de estos nuevos pobladores, puede ser el lugar desde el que se irradia esta nueva cultura, independientemente de que, como el lugar ya estaba habitado, allí pudieran haberse efectuado enterramientos anteriores.

      Para concluir, es necesario incidir en que la cultura de El Pozuelo, aún datada en época calcolítica, no estaba plenamente inmersa en la metalurgia, posiblemente sólo conocen el primero de los tres procesos a los que antes mencionábamos, el de la extracción del mineral y quizá muy tímidamente el de la fundición, con el fin interesado de ofrecer para el comercio un mineral más enriquecido mediante unas técnicas primarias de fundición. Así pues, y tal como ya dijimos, su economía sigue basándose fundamentalmente en la agricultura y en la ganadería, siendo las actividades mineras una ocupación ocasional, no permanente, que realizarían en períodos en que la climatología les es propicia. El mineral, como adelantamos al hablar de los aspectos sociales, económicos y culturales, es sólo un complemento a sus actividades tradicionales. Esto explica el que no se hayan encontrado objetos de cobre en el ajuar de los dólmenes de El Pozuelo. Es probable que al ser objetos de un valor excepcional, obtenidos presumiblemente en el intercambio de mineral, no fuesen depositados entre el ajuar funerario, bien por su escasez o bien por su valor, por temor a que la sepultura fuese expoliada.

    En cualquier caso la metalurgia, como hemos venido repitiendo, es la que da las características tan significativas que  posee la cultura dolménica de El Pozuelo.

                                                         CONCLUSIÓN

    En las últimas páginas hemos intentado aventurar una hipótesis sobre la vida y costumbres de unos hombre que vivieron hace cerca de 5000 años y que, especialmente en el área de El Pozuelo, nos legaron unos monumentos cuyas características han atraído el interés de arqueólogos e historiadores. De cualquier forma, para desvelar el misterio que aún supone para nosotros, serán necesarios muchos años de investigación y nuevos descubrimientos que confirmen o desmientan las hipótesis lanzadas. Entre los retos pendientes se encuentra el estudio de los  poblados  a los que hacíamos mención en el capítulo anterior cuyo resultado podría arrojar alguna luz sobre algunas de las oscuridades que  aún proyecta la cultura dolménica de El Pozuelo.  

 

0 comentarios