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ZALAMEA LA REAL - HISTORIA

EL APROVECHAMIENTO DEL TINTO Y EL ODIEL EN LA EDAD MEDIA

EL APROVECHAMIENTO DEL TINTO Y EL ODIEL EN LA EDAD MEDIA

El Tinto y el Odiel son dos ríos que han tenido una importancia fundamental en el desarrollo histórico de Zalamea y su término municipal. El Odiel fuel el límite por el oeste del territorio zalameño desde que se conformaron sus lindes. El Tinto, sin embargo llegó  a estar dentro de su término ya que en la Edad Media este llegaba hasta la rivera del Jarrama, ambos tuvieron una papel señalado tanto en la prehistoria como en la Edad Antigua, no obstante, en esta ocasión vamos a detenernos en la Edad Media, que es el periodo en el que la explotación de ambos ríos alcanzó una importancia significativa para la economía de Zalamea.

Hay que distinguir el sentido de la función  que ambos ríos desempeñaron inicialmente. En primer lugar centrémonos en el Odiel. Fue este un río utilizado  especialmente en los aspectos agropecuarios; en aquellos momentos el río Odiel estaba libre de la contaminación producida por las actividades minerometalúrgicas, lo que suponía que sus aguas estaban limpias y eran susceptibles de ser aprovechadas para estas actividades: como bien es sabido su contaminación por las actividades mineras se ocasiona a finales del siglos XVIII y durante siglo XIX. Insistimos en que estamos situándonos en la Edad Media, con un panorama económico totalmente distinto al que se puede encontrar hoy. Para ello es necesario hablar del cultivo de una planta, hoy completamente olvidada, pero que en la época de la que hablamos ocupó un lugar destacado entre nuestras actividades económicas. Estamos hablando del lino. No vamos a extendernos en el proceso de obtención y elaboración, (para más información sobre el tema pueden consultar nuestro articulo “El lino, cultivado, hilado y tejido en Zalamea, revista de feria 1997, o en nuestra blog zalamealareal-historia.blogia.com), en este caso sólo recordaremos que para su aprovechamiento era necesario usar mucha agua  para “enriarlo”,  es decir mantener sumergido  durante un tiempo los manojos de lino una vez cultivado y recogido, con el fin de que se pudrieran las fibras no válidas y obtener las utilizables para tejer lo que resultaba una tela cuyo uso estaba muy extendido en el periodo que nos ocupa. Tenemos una prueba de lo que hablamos  en las Ordenanzas Municipales de 1535, capítulo 81, donde se menciona 

“Otro sí, después que los linos estuviesen enriados en Odiel…”

Bien es verdad que en algunos arroyos afluentes del río Tinto, libres de contaminación, también se utilizaron para enriar linos como se menciona en el capítulo 80 de estas mismas ordenanzas cuando dice:

“Otros en el arroyo de Santa María de Rio Tinto”

Otro aspecto a destacar por su  relevancia fue el aprovechamiento de la fuerza hidráulica  para mover los molinos harineros que se levantaron en el cauce de ambos ríos.

Está documentado que en la Edad Media la provincia de Huelva tuvo una intensa actividad cerealística   a la que no fue ajena Zalamea y como consecuencia de ello se levantaron numerosos  molinos harineros en los cauces de los ríos Tinto y Odiel.

Se han publicado excelentes trabajos sobre los molinos harineros de estos ríos, entre los que merece destacar los publicados en diversos medios por Adriano Gómez Ruiz y por Ricardo Gómez Ruiz.

El uso de la fuerza hidráulica en los molinos no requería limpieza en sus aguas y era compatible con su uso paralelo para otros menesteres. De la documentación consultada, así como de lo que hemos podido averiguar, se desprende que en Zalamea en el río Odiel hubo cinco molinos harineros, de los cuales tenemos indicios suficientes para asegurar que 4 de ellos tienen su origen en el Medievo; por su parte en el río Tinto, donde se encontraban  la mayor parte de los molinos de nuestro pueblo, existieron un total de 18 molinos de los que tenemos constancia que al menos 16 ya existían en la Edad Media. Encontramos  una prueba de ello cuando en el Libro de los Privilegios de 1592 se menciona:

 “…el arrendamiento de 16 molinos que están en el río Tinto”.

 Todos estos molinos reflejan la importancia de una actividad que debió generar rentas sustanciosas a sus propietarios o usufructuarios y sobre la que se generó una cultura arquitectónica y un movimiento económico  que en otra ocasión trataremos con más profundidad.

Pero no sólo la actividad agropecuaria centró la explotación de los ríos. Otra también muy interesante proporcionó riqueza al municipio, aunque los beneficios repercutieran en otros estamentos. Nos estamos refiriendo al acije o aceche que se obtenía en aquella época exclusivamente en el río Tinto ya que, por su elevado índice de contenido de metales en sus aguas, se precipitaba en forma sólida  en algunas zonas de sus márgenes.

Lo que popularmente se conocía como “acije” o “aceche” es la caparrosa, un sulfato nativo de cobre, hierro o cinz  usado en medicina y tintorería y especialmente  por esto último en la Edad Media fue muy apreciado.

Para conocer su importancia en aquella Zalamea del Arzobispo veamos lo que nos dicen las Ordenanzas Municipales de  1535, en el capítulo 127:

Otro sí, que cada y cuando hubiere acije en los ríos  que los alcaldes sean obligados a los mandar guardar hasta que se coja y que todos los ganados que no anden por ellos ni pasen sino por las pasadas siguientes, por la pasada del Val de las Tablas, y por  Paredes  Rubias y por encima del molino de Juan Nicolás y por el Argamasilla. Y que pasen los tales ganados acogidos. Y si fueren hallados en otra parte en los dichos ríos o no pasaren de la manera que dicha es que pague de pena por cada entrada cincuenta maravedís, la mitad para el concejo y la otra mitad para la persona que lo acusare.”

Estas severas sanciones reflejan la relevancia que tenía para el concejo la producción de acije. Y estaría justificado en tanto con ello se pagaban las rentas al arzobispo, a cuyo señorío, no olvidemos, perteneció Zalamea durante un gran parte de la Edad Media (1279-1580). El acije precipitado en el márgenes del río Tinto eran recogido por grupos  de mujeres y jóvenes enviadas por el concejo en el mes de agosto cuando el caudal del río estaba en su  nivel más bajo y su extracción era más fácil. Todos los indicios apuntan a que su producción se reservaba, como hemos dicho para el arzobispo. Así nos lo dice el clérigo Diego Delgado, que recorrió el antiguo término de Zalamea  en 1556, en su crónica:

“y ansí todas las orillas de este río están llenas de aceche…”

“ …son obligados los concejos de enviar sus cuadrillas de mujeres y mozas e mozos en todo el mes de agosto  a coger este aceche y con este aceche pagan al Arzobispo de Sevilla ciertos tributos, de los cuales ellos están obligados los concejos, y otras personas no lo pueden cogen en ningún tiempo, `porque es suyo, del Arzobispo, so pena de graves penas…”

Hemos querido dar  sólo un ligero esbozo  del aprovechamiento que con el lino, los molinos harineros y el aceche se hizo del Tinto y del Odiel en Zalamea, una estampa muy  distinta de la que nos presenta  el olvido en el que hoy están sumergidos.

Imagen de la ilustración:

Ruedas de moler colocadas en el interior de un molino harinero de origen medieval remodelado posteriormente.

 

Manuel Domínguez Cornejo                Antonio Domínguez Pérez de León

 

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