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ZALAMEA LA REAL - HISTORIA

ACTIVIDADES ECONÓMICAS RELACIONADAS CON EL APROVECHAMIENTO DE LOS RÍOS TINTO Y ODIEL (II)

ACTIVIDADES ECONÓMICAS RELACIONADAS CON EL APROVECHAMIENTO  DE LOS RÍOS TINTO Y ODIEL (II)

LOS MOLINOS HARINEROS

Siguiendo con los capítulos que dedicamos al aprovechamiento del Tinto y el Odiel abordaremos en esta ocasión el referido a los molinos harineros que se construyeron en ambos ríos.

Ya dijimos en otra ocasión que está documentado que la provincia de Huelva tuvo una intensa actividad cerealística durante la Edad Media y principio de la Edad Moderna que propició la creación numerosos molinos harineros en los márgenes de los cauces de estos dos ríos, de sus afluentes y riveras, ambos cauces atravesaban el término de Zalamea   y en ese trayecto se construyeron un gran número de ellos. Ambos ríos dispusieron de molinos que aprovechaban  la fuerza hidráulica del Tinto y del Odiel, creándose en torno a ellos una verdadera cultura arquitectónica acerca de estas construcciones.

El tipo de molino que prevaleció en nuestra área fue el conocido como molino de rodezno y cubo. Un molino modesto constructivamente hablando, pero que se ajustaba a las posibilidades y necesidades de la población, así como al tamaño y volumen del caudal de ambos ríos.

El molino disponía de una presa y un canal que encauzaba el agua a la parte inferior del molino o cárcava, cuarto del rodezno, que disponía de una pala o cuchara  que empujada por el agua transmitía movimiento a las muelas. Con esta presa y el canal se intentaba controlar las irregularidades del caudal que ambos ríos sufrían a lo largo del año. En la parte superior se encontraba la tolva donde se vertía el trigo que las dos piedras molían- la volandera o piedra superior y la solera o piedra inferior. El cereal una vez molido se recogía en la tolva chica             que a su vez la dirigía a la farinera, especie de cajón donde caía finalmente la harina. El movimiento producido por el agua en el se transmitía a la piedra de moler a través de un eje llamado espada.

Los molinos podían pertenecer a particulares, ser propiedad del arzobispo, de algún clérigo e incluso de capellanías o cofradías religiosas, aunque lo más común es que perteneciesen a varias personas  que compartían su propiedad, bien por haberla adquirido a otros o  haber puesto el capital para su construcción. Eran mayoritarios los propietarios eclesiásticos sobre los seglares. Es de significar que hubo alguna mujer dueña de algunos  molinos, probablemente  por herencia familiar o viudedad.

Como ya dijimos, no todos los molinos trabajaban todo el año, algunos de ellos  paraban durante el largo estiaje.

El estudio de los molinos de los que se han podido obtener datos refleja que en el río Tinto había tres cuya propiedad la ostentaba la Iglesia o una capellanía, ocho pertenecían totalmente  o en parte a clérigos y nueve  eran de seglares. De los seis que se situaban en el río Odiel, dos pertenecían a hermandades, capellanías o Iglesia, uno a clérigos y tres eran de seglares. Es interesante destacar que la mayoría de los molinos construidos en los siglos XVII y XVIII se encontraban en la cuenca del Tinto, un total de veinte; mientras que en la del Odiel encontramos activos seis.

Generalmente un número significativo de estos molinos eran arrendados por sus propietarios a personas que lo trabajaban a cambio de una cantidad que dependía de su producción y que podía oscilar entre los 75 y 300 reales de vellón. Esta cantidad, en algunos casos, -las menos- era sustituida por su valor en fanegas. La producción de los molinos variaba dependiendo de su situación y de si se mantenían trabajando todo el año. Así encontramos molinos con una producción que no superaba los 375 reales de vellón al año,-los hay incluso de 50 y 90 fanegas anuales - , mientras que otros llegaban a los 2700 reales de vellón, lo que podría equivaler a unas 180 fanegas anuales.

Aunque los primeros molinos datan de época medieval, el auge de la actividad molinera se sitúa durante los siglos XVII y XVIII. A partir del siglo XIX se produce un decaimiento en la actividad de los molinos de los ríos Tinto y Odiel, que acabarían abandonándose completamente a principios del siglo  XX.

Manuel Domínguez Cornejo          Antonio Domínguez Pérez de León

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