ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DEL CULTO A SAN VICENTE EN ZALAMEA LA REAL
De todos es sabido que San Vicente Mártir es patrón de Zalamea la Real desde 1425. Veamos como se origina y desarrolla el culto a este Santo desde el principio. El principal obstáculo que encontramos es la ausencia de documentación si exceptuamos las antiguas reglas, aunque éstas contienen de por si bastante información sobre este tema, información que hay que interpretar para llegar al fondo de la cuestión. Se trata de un libro escrito en el mencionado año de 1425, transcrito íntegramente, por hallarse el original en mal estado, en 1638, que narra como es elegido el Santo y continúa con la relación de las reglas de la primitiva hermandad. En él se dice que el 24 de Marzo de aquel año se reunieron la mayor parte de los habitantes de la villa y su término para elegir un patrón que intercediera por ellos ante Dios para protegerles de la epidemia de peste que asolaba nuestro pueblo. Se echaron en un cántaro las papeletas con todos los nombre de los santos y un niño sacó la del bienaventurado San Vicente por tres veces consecutivas, con lo que ante tal hecho prodigioso el pueblo lo aclamó como patrón.
Al margen de lo relatado en el libro sobre la forma de elección, algunos indicios contenidos en el texto y en documentos posteriores apuntan a la posibilidad de que la devoción por San Vicente se practicara ya en el pueblo en círculos restringidos de familias descendientes de los primeros repobladores que llegaron después de la reconquista a los musulmanes. Tres razones fundamentales dan solidez a esta hipótesis:
1.Los primeros cultos a santos concretos en esta parte de Andalucía fueron introducidos por los repobladores castellanos y leoneses que lo instauraron en las tierras conquistadas. Un ejemplo de ello lo tenemos igualmente en Santa María de Ureña a la que se le rindió culto en la ermita de San Blas antes de que se destinara a este santo y Santa Marina en el Villar. No debemos olvidar que apenas habían transcurridos poco más de cien años desde la llegada de los primeros repobladores procedentes de los reinos de Castilla y León.
2. Tenemos constancia de que el culto a San Vicente se extendió por la España cristiana en los siglos XIV y XV por la creencia popular de que el santo intercedía en los casos de sequía y epidemia, hechos íntimamente relacionados, ya que algunos casos de epidemia venían precedidos de una prolongada sequía. Dio pie a esta creencia el conocido milagro que cuentan de San Vicente cuando siendo conducido al martirio hizo manar agua de un pozo seco para que saciaran la sed sus guardianes. Zalamea se debió ver afectada en aquel tiempo por una epidemia de peste que asoló gran parte del suroeste peninsular y que se encuentra documentada en la historia general y a la que además hace referencia el propio libro de las reglas. Este hecho motivó la necesidad de elegir a un santo que los protegiera contra aquella. Es de todos conocido que en la Edad Media se buscaba en la religión el remedio a muchas enfermedades que no se podían frenar sanitariamente.
3.Las fuertes donaciones de suertes de tierra y bienes que recibió la hermandad, ofrecidas por los primeros componentes de ella inmediatamente después de la elección, hacen sospechar que estas personas tenían ya una arraigada fe en el santo, fe que no se adquiere en tan pocos días, de lo contrario es dudosa tal prodigalidad hacia una hermandad tan recientemente constituida.
Sea como fuere, a partir de 1425, su culto se extiende rápidamente entre la población. Contribuyó a ello tanto la forma de elección como el interés que se tomaron los primeros dirigentes en realzar la celebración en honor del santo mediante copiosas comidas para los hermanos y las limosnas que se repartían entre las personas más necesitadas de la villa: mendigos, viudas y enfermos. Es de resaltar que las celebraciones no tenían lugar sólo en torno a la festividad del patrón, sino también en otras fechas del año.
Hay que significar, además, que el patronazgo no se limitaba a la villa sino también a todas las aldeas del término municipal en él comprendidas como lo demuestra que entre sus primeros priostes figuraran personas del El Buitrón y El Buitroncillo. Podemos narrar, como anécdota, la leyenda de la rivalidad entre las hermandades de Santa Marina en El Villar y San Vicente en Zalamea que nos cuenta que la ermita de este último santo se edificó mirando hacia aquella aldea mientras que la de Santa Marina le daba la espalda como gesto de desprecio. Leyenda que carece de fundamento puesto que la realidad es que todas las ermitas se construían en aquel tiempo mirando hacia poniente, como podemos advertir igualmente en la de San Sebastián y San Blas.
En el primer tercio del siglo XVII el visitador del arzobispado, Don Pedro de Medina, se sorprende de las dimensiones que alcanza el culto a San Vicente y observando que aún no se habían legitimado las reglas obliga a la hermandad a someterlas a la aprobación de Sevilla. Momento en el cual los hermanos deciden transcribirlas a un nuevo libro por encontrarse el primitivo en mal estado y enviarlas para su aprobación al arzobispado. Lo que tuvo lugar el 11 de Mayo de 1638.
La devoción por San Vicente continuó creciendo y las cantidades que se empleaban en su celebración superaba con creces a las de otras. Sabemos que en 1770 se destinaban a este fin 600 reales de vellón cuando la mayoría de cofradías y hermandades restantes raramente superaban los 200 reales de vellón para sus fiestas.
Otro episodio de la evolución del culto a San Vicente ocurre en 1773 cuando los hermanos caen en la necesidad de obtener la ratificación pontificia. De esta manera el Ayuntamiento convoca mediante toques de campana a los vecinos con el fin de confirmar la elección del patrón. Ratificación que se llevo a cabo por 764 votos a favor, la práctica totalidad de los hombres adultos del pueblo, los únicos que tenían derecho a decidir. Seguidamente se iniciaron los trámites para conseguir la aprobación de Roma, aunque no existe constancia documental de si esa aprobación se llevó a cabo. Sin embargo unos hechos acaecidos entre 1815 y 1818 nos hacen suponer que dicha ratificación se produjo efectivamente. Los hechos en cuestión se producen cuando las aldeas de Las Delgadas, Montesorromero, Pie de la Sierra y Corralejo promueven como patrona a Nuestra Señora de los Dolores a lo que Sevilla puso impedimento al advertirles que el patrono oficial de toda la jurisdicción de Zalamea era San Vicente. No conforme con ello, los vecinos de estas aldeas se dirigieron a Roma donde lograron su propósito pero haciéndoles saber que debían tener como copatrono a San Vicente. Esto último indica que en la Santa Sede, de alguna forma se tenía constancia y se aprobaba el patronazgo de este Santo en Zalamea.
No debemos terminar sin hacer mención a uno de los momentos cumbre de la devoción a San Vicente en el pueblo, que tiene lugar cuando en 1778 Don Manuel Gil Delgado, ilustre zalameño, clérigo y que más tarde se destacó en la resistencia ante los franceses durante la Guerra de la Independencia, trae de Roma una reliquia acompañada de una bula que la autentificaba. El Ayuntamiento en pleno se hizo eco de ello mediante una solemne sesión plenaria. Se desconoce el paradero actual de dicha reliquia.
Desde la constitución de la hermandad hasta el momento han transcurrido la friolera de 586 años. Desde entonces el pueblo ha crecido, ha atravesado momentos muy difíciles y otros de prosperidad, pero las sucesivas generaciones de zalameños han celebrado ininterrumpidamente la festividad de San Vicente Mártir.
Manuel Domínguez Cornejo Antonio Domínguez Pérez de León