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ZALAMEA LA REAL - HISTORIA

LAS MINAS DE MANGANESO DE ZALAMEA LA REAL

LAS MINAS DE MANGANESO DE ZALAMEA LA REAL

El origen de este artículo tuvo lugar hace algunos años, cuando, investigando en el archivo municipal, hallamos un legajo que contenía una relación de registros de minas de manganeso que alcanzaba el sorprendente número de 60. Se trataba de denuncias – notificaciones de descubrimiento y derechos de explotación - realizadas entre 1872 y 1873. Aquello despertó nuestra curiosidad y nos preguntamos por la razón  de tan inusitado interés por este mineral y por qué en esas fechas. A partir de ahí comenzamos a recabar datos y algunos de ellos no dejaron de sorprendernos. Nos extrañó desde el principio que fueran sólo de manganeso; la respuesta se nos ofreció clara desde el primer momento: el cobre es un metal conocido y  demandado desde la prehistoria y explotado largamente desde la antigüedad, por lo que todos los yacimientos de la zona son ya conocidos, habían sido o estaban siendo explotados. No ocurrió así con el manganeso que es demandado a partir de la revolución industrial.

Las fechas tienen una explicación un poco más compleja. Resulta que en el último tercio del siglo XIX los países europeos industrializados, Gran Bretaña fundamentalmente, pero también otros como Alemania y Francia, comienzan a agotar sus reservas de mineral y vuelven sus ojos hacía otras naciones entonces poco desarrolladas, como era el caso de España, que conservaban en gran medida su potencial minero. Se produce entonces en nuestro país un auge de  la minería al iniciarse el último tercio del siglo XIX, si a eso se añade  la gran demanda de metales empleados por la industria pesada y de armamento, entonces en pleno desarrollo, entre los que se encuentra el manganeso, altamente requerido por la industria, especialmente por la siderúrgica por liberar al hierro de sus impureza y retrasar su oxidación al absorber oxígeno, contribuyendo  a endurecer el acero y que disuelto en los combustibles en proporciones adecuadas  aumenta el octanaje y reduce las vibraciones del motor,  encontramos entonces  las razones del repentino interés por el manganeso en esas fechas.

Curiosamente hoy parece habérsenos olvidado que la franja pirítica de Huelva y concretamente el Andévalo Onubense era la zona de mayor concentración de registros de manganeso de toda España. Así que a partir de 1873, casi de manera paralela a la adquisición de las minas de Riotinto por los ingleses, debido a las necesidades de ese metal en la industria  Europea y especialmente en Inglaterra, se produce una explosión de registros mineros en toda nuestra comarca a lo que posiblemente no fue ajena la compra de las cercanas minas de Riotinto por el consorcio inglés, que como bien es sabido salvó al Gobierno español de la época de la bancarrota, lo que hizo despertar en muchos avispados la codicia por una fácil ganancia. Concretamente en Zalamea se denuncian, como hemos dicho, entre 1872 y 1873, en el corto periodo de unos meses  60 minas de manganeso. Como anécdota merece nombrar el título con el que algunas de ellas se registraron: Polaca, Segunda, Lealtad, La Constancia, Trueno, Intransigente, Efímera Ilusión, Picardía, Equivocada, Gallineta, Lotería, Palomina… nombres, cuando menos, singulares y peregrinos y que dan idea del espíritu de sus descubridores.

 Pero profundicemos un tanto en la autoría de las denuncias. En la mayoría de los casos los denunciantes de los registros mineros no coinciden con los propietarios de los terrenos, circunstancia ésta perfectamente posible, pero además muchos de ellos no son de Zalamea y actúan en representación de otras personas. Con toda seguridad son técnicos profesionales contratados para explorar el terreno y registrar los yacimientos para garantizar los derechos de explotación en el futuro, en el supuesto de que tuvieran interés. Así comprobamos que se repiten con frecuencia los mismos nombres. Es el caso de un tal Fernando Barroso, el que mayor número de  denuncias registra, pero también hay otros que se repiten como Leoncio Croison, Vicente de la Corte, Juan José Bejarano, Vicente Zarza y, por representación, Diego Bull y West. Este Diego Bull no es otro que el nombre adoptado en español por James Bull, ingeniero, constructor y gerente del ferrocarril de El Buitrón que seguramente pretendía ampliar su campo de acción y beneficios. La inmensa mayoría de ellas no llegaron a ser explotadas. El diccionario estadístico de la Provincia de Huelva de 1895 de Emilio José Rodríguez, reconoce que se trabajan en ese año en el término de Zalamea sólo 4 minas de manganeso, Palanco, Oriente, Cascajera y ¿Castillo? (Puede tratarse quizá esta última de  un error de catalogación.)

Ya hemos hablado en otra ocasión de las minas de Zalamea en general (Revista de Feria, año 2000), pero refiriéndonos a las de manganeso en particular, que es el tema que nos ocupa, a lo largo del tiempo ocho de ellas llegaron a tener cierta relevancia y fueron trabajadas hasta la  primera mitad del siglo XX. Hubo un periodo en el que la producción de manganeso era adquirida en su mayor parte por una sociedad estatal que la destinaba a fines militares, siendo precisamente durante la segunda Guerra Mundial  cuando algunas tuvieron su punto más alto de rendimiento, ya que su producción fue empleada por Franco para pagar en buena medida la deuda contraída con Alemania, aprovisionando de manganeso a la industria militar germana.

 Las 8 minas a las que hacemos referencia  fueron: Palanco, Guadiana, Oriente, Aurora, Posterera, Cascajera, Malpérez y San Joaquín. De ellas las que adquirieron mayor relevancia fueron Palanco, Guadiana y Oriente.

Palanco se encuentra situada a unos 750 metros al norte de la carretera general 435. Disponía de un poblado junto a la mina. Perteneció a Manuel Vázquez López y posteriormente a sus hijos y  herederos. Este señor, propietario también de la de Oriente, era un destacada político y empresario onubense que parece  centro su actividad en la minería del manganeso ya que llegó a ser propietarios de un elevado número de ellas en todo el Andévalo; impulsó en Huelva la escuela de Capataces de Minas y hoy tiene dedicado un monumento en la capital; a su muerte, ocurrida en 1904 en Suiza, sus hijos continuaron con la actividad minera iniciada por su padre. La mina de Palanco estuvo activa hasta 1947, con periodos en los que se trabajó intensamente y parece ser que en 1956 hubo un intento de reiniciar su explotación  que no llegó a materializarse. Tenía casas para mineros, oficinas, cuartel de operarios, carpintería, cuadras, fragua y casa de herramientas. Después del abandono de los trabajos mineros, en su poblado continuaron viviendo algunos vecinos años después. La mina dispuso de un ferrocarril de tracción animal que se inauguró en 1902; tenía una longitud de 2,5 km y conectaba con el ramal del ferrocarril de El Buitrón a Zalamea a la altura de El Tintillo, cruzando a nivel la carretera general. Tenemos testimonios que cuentan que algunos de sus operarios no residían en el poblado y hacían diariamente el recorrido de ida y vuelta andando desde Zalamea o El Buitrón  hasta la explotación minera.

  La mina de Guadiana está situada a unos doscientos metros al oeste de la anterior. Esta mina y la de Posterera pertenecieron a Doña María Amor Fernández de Velasco que estableció un convenio con el Ayuntamiento de Zalamea parta construir un poblado de Viviendas de Protección Oficial que no tenemos constancia se llevara a cabo, aunque si tenía casas para operarios. Disponía también de un pequeño  ferrocarril para trasladar el mineral hasta la línea Zalamea-Empalme de Buitrón y según algunas referencias documentales tenía una pequeña locomotora de vapor que atravesaba la carretera por debajo a través de un estrecho túnel.

La de Oriente está  situada al suroeste de las anteriores, frente al cruce de El Pozuelo; de característica parecidas, disponía igualmente de un ferrocarril, posiblemente de tracción animal que llevaba el mineral hasta la estación de El Pozuelo. Tenía casa de herramientas, talleres y fraguas.

 Las Minas de Posterera, Cascajera, Malpérez y San Joaquín tenían un envergadura más reducida y el transporte de mineral se hacía, parece ser, con animales de carga. Su producción fue reducida aunque algunos datos reflejan que de Posterera se llegaron a extraer 13.000 toneladas.

 Hemos tratado sencillamente de traer a la memoria de los lectores una actividad minera hoy totalmente abandonada y cuyos vestigios corren un riesgo real de desaparición. Esperamos haber contribuido, al menos, a que no caigan en el olvido.

 Pie de foto:

Imagen actual del cortado de la mina de Palanco.

Manuel Domínguez Cornejo      Antonio Domínguez Pérez de León

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