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ZALAMEA LA REAL - HISTORIA

LOS LAGARES DE CERA EN ZALAMEA (II)

LOS LAGARES DE CERA EN ZALAMEA (II)

Los últimos lagares y el proceso de extracción y elaboración.

Hablábamos en el artículo anterior que la industria de la cera permaneció en Zalamea hasta bien entrado el siglo XX. Pues bien los últimos lagares de los que tenemos constancia estaban situados uno en la calle San Vicente y otro en la calle Sevilla, manteniéndose este último en funcionamiento hasta el año 1943. Perteneció a Don José Lorenzo Serrano, el terrateniente que encabezó la manifestación contra los humos en 1888, pasando posteriormente a la familia Ordóñez, al casar una hija de aquel con José María Ordóñez Rincón , presidente de la liga antihumos de Huelva y estuvo regentado en sus últimos años por Sebastián Domínguez Díaz.

El proceso de extracción de la cera se hacía de una forma puramente artesanal y hay que distinguir entre el lagar propiamente dicho y la fábrica donde se manufacturaba la cera, aunque generalmente se asociaban ambas cosas. No obstante tenemos constancia de que existieron fábricas que no disponían de lagar y debían acudir  a éste para extraer la cera en amarillo que, como explicaremos más adelante, era la primera fase de todo el proceso.

La descripción del procedimiento mediante el cual se llevaba a cabo la elaboración de la cera nos permite reconstruir nombres y utensilios hoy desaparecidos, así como el trabajo alrededor del cual giró la vida de un buen número de nuestros antepasados.

 La cera en bruto de los panales era traída al lagar en forma de bolas por los propietarios de las colmenas o por algunos tratantes mayores que la negociaban con varios colmeneros; al llegar eran pesadas en una balanza de gran tamaño. La unidad de peso por aquel entonces era la libra, cuyo valor era aproximadamente 400 gramos. Una vez en el lagar se hacía un primer cocido para reblandecerla y se amontonaba en los capachos y después de exprimidas mediante una prensa, fabricada enteramente de madera de encina, tanto el tronco como el cuerpo de la palanca de presión, se extraía la cera de color amarillo que se endurecía en unos bloques ovalados, obteniéndose así las llamadas “marcas”. Estas marcas volvían a otras calderas donde de nuevo eran derretidas pasando después a un recipiente cilíndrico con perforaciones en su parte inferior por donde salían unos hilos líquidos que mediante una especie de rueda eran introducidos en unas pilas de agua donde volvían a endurecerse. Así se obtenían las “cintillas” que eran llevadas luego al exterior y extendidas en unas pilastras alargadas donde por la acción del sol se blanqueaban. Para este fin era necesario exponerlas durante 21 días, a la mitad de los cuales se les daba la vuelta para blanquear la otra cara.

 Transcurrido ese tiempo se volvían a cocer para librarlas de impurezas y se hacían nuevas “marcas”, esta vez de cera en blanco que se almacenaban hasta ser derretidas de nuevo en otras calderas para hacer finalmente las velas. Esto último se hacía vertiendo manualmente la cera derretida con un cazo en los pábilos o cordones (la mecha) que colgaban de una rueda colocada en posición horizontal que se hacía girar a la vez que se le dejaba caer a cada pábilo un baño de cera; dependiendo del grueso  que se quisiera dar a la vela así eran las vueltas que debía dársele a la rueda para hacer pasar los pábilos por encima de un recipiente donde se recogía la cera sobrante que escurría y donde se mantenía caliente. Una vez endurecidas era necesario enderezarlas y cortarlas a mano.

El producto elaborado  podía ser velas, en sus distintas formas y gruesos y  antiguamente, también “hachas”, especies de velas gruesas con estrías y varios pábilos, que fueron utilizadas por algunas hermandades en sus procesiones. Parte de esa producción se vendía fuera aunque, según los informes de los que disponemos, la mayor parte de la cera que se exportaba era en amarillo.

 El último lagar al que hicimos referencia se cerró, como dijimos en 1943, después de la muerte de Sebastián Domínguez. Con él desapareció  una de las tradiciones artesanales que más prestigio dio a Zalamea a lo largo de su historia, habiendo quedado hoy en el más triste de los olvidos.

 Imagen de la foto: Proceso de fabricación de las velas. En la foto puede verse como la cera era vertida en los pábilos que colgaban de una rueda horizontal y la caldera donde se mantenía la cera derretida.

Manuel Domínguez Cornejo        Antonio Domínguez Pérez de León

1 comentario

Diego Copena Rodriguez -

Antes de nada felicitarles por este magnifico trabajo, pero leyendo esta segunda entrega encuentro unas cuantas discrepancias con otros lugares del estado español, así que me gustaria poder comentar estas discrepancias, así como poder hablar con ustedes.
Me encantaria que se pusieran en contacto conmigo.
Sin mas reciban un fuerte abrazo y espero su respuesta