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ZALAMEA LA REAL - HISTORIA

LOS ORÍGENES DE LA RELIGIOSIDAD EN ZALAMEA

LOS ORÍGENES DE LA RELIGIOSIDAD EN ZALAMEA

Las manifestaciones religiosas han estado presentes en la historia del hombre desde su aparición en la faz de la tierra, y en nuestro pueblo no podía ocurrir de manera diferente. Los primeros indicios de población en el municipio de Zalamea la Real aparecen en el Paleolítico, periodo que ha arrojado pocos restos en nuestra localidad, sin embargo no es hasta el Eneolítico cuando comienzan a construirse los primeros enterramientos que reflejan un cierto grado de religiosidad de estas poblaciones. Los yacimientos arqueológicos indican una estructura social bastante consolidada, muestra de ello son los conocidos dólmenes de El Pozuelo, levantados en el Calcolítico que constituyen auténticos monumentos funerarios reflejo de unas creencias profundamente religiosas. No fueron simples sepulturas donde enterrar a los muertos, los estudios realizados, tanto en el ajuar funerario hallado en su interior como en la estructura y el túmulo que los cubre, indican que nos encontramos ante un símbolo religioso que pudo tratarse también de una especie de marca territorial del grupo que los construyó. La orientación hacia el Este de casi todos estos monumentos indican  cierta creencias en divinidades astronómicas. Los restos encontrados en su interior demuestran a su vez que estos hombres tenían profundas convicciones acerca de una vida en el más allá.

 Algunos de los símbolos aparecidos muestran también influencias de oriente en sus creencias; es el caso de los ídolos almerienses en forma de figura alargada con cintura estrecha que representan quizá a una especie de diosa. No podemos precisar exactamente hasta donde llego el culto a este ídolo, fruto de los contactos culturales entre poblaciones autóctonas y habitantes llegados desde el levante andaluz, sí podemos asegurar que tuvo un cierto calado, ya que en uno de los dólmenes de El Pozuelo aparece además grabado en uno de sus ortostatos. Otros elementos, por el contrario, son de carácter autóctono, como es el caso de los ídolos placas. Estos ídolos representan la creencia de nuestros antepasados en divinidades de origen animal, búho o lechuza a los que seguramente se les atribuía poderes sobrenaturales. Es un tipo de ídolo elaborado con más detalles que el almeriense. Ambos ponen de relieve que los pobladores de nuestro término municipal compatibilizaron sus propias creencias con las que llegaron del exterior.

 Nos encontramos pues, ante una cultura profundamente religiosa sin que podamos definir aún, con exactitud los detalles de esa religiosidad. Deducimos  que celebraban ritos y ceremonias en torno a los dólmenes, sin que estuvieran motivados expresamente por un enterramiento, como lo demuestran los hallazgos realizados en el exterior del dolmen. En ellos se han encontrado ídolos placa y trozos de cerámica, algunas de ellas intactas, que por su posición no cabe relacionarlas con el enterramiento en sí mismo sino con las ceremonias a las que antes hacíamos referencia, aunque el carácter religioso y sepulcral fuesen indisolublemente unidos como más adelante hasta bien entrado el siglo XIX sucedería también en las ermitas e iglesias católicas.

 Metidos de lleno ya en la Edad del Bronce apreciamos como los enterramientos derivan a una sepultura más simple que sin embargo no entra en contradicción con el hecho de que siguieran teniendo creencias religiosas aunque apuntan a que los lugares de culto no están ya  tan directamente relacionados con los cementerios porque en este periodo existían lugares  específicos  donde se llevaban a cabo sus ceremonias, distintos a los lugares de enterramiento propiamente dichos.

Ejemplo de ello es el hallazgo en nuestro mismo término de los grabados de Los Aulagares, lugar que sin duda debió tener un carácter sagrado para la población de aquel entonces. Los estudios que se han hecho sobre estos grabados le dan una interpretación religiosa. Probablemente se trataba de un lugar simbólico para los pobladores de la zona donde puede que llevaran a cabo diferentes ritos que se materializaban con la grabación en la roca de unas formas circulares que pudieron tener a la vez  una significación astronómicas en la medida  que ésta estuviera  relacionada con su religión. El lugar debió ser una especie de templo o santuario al aire libre en el que nuestros remotos antepasados se reunían para pedir protección y prosperidad en forma quizá de un clima propicio o  de lluvias. Ya Estrabón y Ptolomeo hacían alusión a que este tipo de lugares se dedicaban al culto a divinidades astronómicas propias de los indígenas.

Los pueblos prerromanos que habitaron  nuestra zona desarrollaron creencias en dioses de origen céltico como fue el caso de Endovélico, divinidad que tenia una dualidad entre infernal y protectora y en el que algunos autores encuentran el origen  del actual nombre de nuestra comarca natural, el Andévalo. Seguramente estas creencias naturales pervivieron durante un largo tiempo hasta la llegada de los romanos y posiblemente convivieron con ellos durante el periodo de romanización.

 Con el transcurso del tiempo, la ocupación del territorio por los romanos da lugar a una conversión progresiva de la población indígena a las costumbres y religión de los invasores aunque es probable que pervivieran  con la oficial algunos elementos de la religión nativa, no obstante la influencia de los nuevos dominadores extendió entre el pueblo algunos de sus cultos y aunque no se han hallado vestigios arqueológicos claros si se han encontrado en algunas construcciones de épocas posteriores indicios y restos  de lo que pudieron ser pequeñas edificaciones religiosas, como por ejemplo sucede en la ermita de San Blas que se levantó sobre los cimientos de una posible edificación de este tipo de  época romana.

Durante el periodo de romanización irrumpe una nueva religión: el cristianismo. Los primeros indicios de la presencia  de esta creencia en nuestro término se encuentran precisanete en os grabados prehistórico de Los Aulagares. Allí algún creyente grabó en la piedra una cruz  que ha sido catalogada como paleocristiana ( Siglo IV  d C.) Es pues la primera muestra del culto de esta nueva religión en Zalamea. Se trata de una pequeña cruz sobre un triángulo, que parece ser simboliza el monta Calvario. Los estudios que se han realizado sobre este grabado demuestran su autenticidad y la sitúan en una época en la que se inició la difusión del cristianismo en la península ibérica. Poco podemos decir de cómo era la vida de estos primeros cristianos en Zalamea, pero podemos deducir que no fue fácil y formaron la base sobre la que se construyó más tarde la religión dominante en nuestra localidad. 

Manuel Domínguez Cornejo         Antonio Domínguez Pérez de León

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