LA INCOGNITA DE GABRIEL ALEJANDRO SANZ
Para un gran número de zalameños el nombre de Gabriel Alejandro Sanz le resultará desconocido, sin embargo para otros muchos, familiarizados con la historia de nuestro pueblo, lo identificarán de inmediato como el promotor de la Vía Sacra, esa joya religiosa y de gran valor antropológico de nuestra Semana Santa.
La creación de la Vía Sacra y la construcción del Sepulcro han sido objeto de numerosos estudios anteriores a este artículo por lo que no es nuestra intención volver a tratar el tema. A manera de resumen, y con el fin de introducirnos en la personalidad de este controvertido personaje, haremos un resumen de la fundación del Vía Crucis y de la construcción de la ermita del Santo Sepulcro.
A mediados del siglo XVIII existía un culto al Vía Crucis, sin que podamos determinar en que año comenzó a celebrarse. En 1750 Fray Mateo de Ávila bendijo las estaciones de una Vía Sacra. En 1776 se establecería de forma definitiva promovida por D. Gabriel Alejandro Sanz, ayudado por dos curas del pueblo. Después de sortear numerosas dificultades y problemas se culminaría este Vía Crucis con la terminación de su ermita en el año 1777. Ese mismo año se colocó en su interior la imagen de Cristo Yacente en su urna donado por la viuda de D. Juan Lorenzo Serrano.
Pero ¿quién era Gabriel Alejandro Sanz? ¿Por qué un hombre que no es natural de Zalamea y que hacía pocos años había llegado a nuestro pueblo se toma tal empeño en promocionar un culto y construir una ermita en el pueblo?
Sabemos que había llegado de Valencia, de donde era natural, acompañando a su hermano Francisco Tomás Sanz para establecerse en Riotinto contratados por Samuel Tiquet, administrador general de las minas de Riotinto, en la primera mitad del Siglo XVIII, alrededor de 1740. En aquel entonces hacía las funciones de pagador, además trabajó de inspector para reconocer y descubrir nuevos filones por lo que debía descolgarse por las chimeneas de ventilación de las minas atado a una cuerda.
Después de la muerte de Tiquet, su hermano Francisco Tomás Sanz se hace cargo de la administración de esas minas, por lo que Gabriel Alejandro Sanz fue ascendido a contador y posteriormente notario administrador de correo y por último director de las reales Minas de Riotinto.
Curiosamente, las relaciones entre las Minas de Riotinto y Zalamea atravesaron en 1776 un momento álgido ya que Francisco Tomás Sanz entraba con frecuencia en los términos del pueblo con el fin de talar árboles, con la oposición de los habitantes de Zalamea que se quejaban ante el Consejo Real de los abusos del administrador.
Parece ser que en 1777 dos vecinos de Zalamea, atentaron contra la vida de Francisco Tomás. En este contexto resulta extraño que su hermano Gabriel Alejandro Sanz tuviera tanto empeño en promover la Vía Sacra en nuestro pueblo, tomando a su costa gran parte de la financiación de las nuevas estaciones y de la ermita del Sepulcro.
Estuvo casado con una zalameña, Feliciana García Beato, y en 1777, precisamente el año en que se construye la ermita, sería destituido de su cargo aunque su hermano le procuraría una pensión que siguió cobrando hasta que Francisco Tomás fue retirado de su cargo al frente de las minas. Durante todo este tiempo Gabriel Alejandro Sanz se empeñó en promover el culto al Vía Crucis en Zalamea.
Todo induce a pensar que se quedó a vivir aquí después de la marcha de su hermano. Era un hombre polifacético, aficionado a realizar experimentos científicos y a escribir sobre nuevos métodos y prácticas industriales. De este modo conocemos sus escritos sobre el lino y las abejas, por cierto dos actividades muy pujantes en la Zalamea del siglo XVIII. Tenemos constancia que presentó una solicitud para explotar las Minas del Castillo de El Buitrón donde residió algún tiempo para curarse de una grave enfermedad. En 1783 solicitó ser declarado fundador y mayordomo perpetuo del Santo Sepulcro así como autorización para ser enterrado allí a su muerte, petición que le fue concedida por el prior de las ermitas el 3 de Agosto de 1784. Sin embargo hoy sabemos que no pudo ver cumplido su sueño de ser sepultado en la ermita que construyó. Gabriel Alejandro Sanz falleció en Zalamea a finales de Agosto del año 1791. El 31 de agosto de ese año se le ofreció una misa cantada y vigilia en el Sepulcro y el día 1 de Septiembre fue enterrado en la Iglesia Parroquial. Sin embargo si cumplió la primera parte de su deseo y estuvo dirigiendo y rindiendo cuentas de la obras piadosas y limosnas hasta sus últimos años de vida. En la ermita se le erigió una placa que fue quitada en una restauración posterior.
La incognita de si Gabriel Alejandro Sanz comenzó a promover la construcción del Sepulcro llevado por una autentica devoción religiosa o para ganarse el agradecimiento de los zalameños interviniendo en algo que por aquel entonces llegaba a su corazón, la religión, aliviando de esta manera los enfrentamientos que se habían vivido entre aquellos y la Compañía de Riotinto.
Puede que algo de esto último tuviera algún sentido ya que en 1777 las autoridades zalameñas, a pesar de las continuas reclamaciones contra las minas le reconocieron méritos a Francisco Tomás. No es de extrañar que tuviera alguna influencia el hecho de estar casada con una zalameña. Desde luego fue un hombre constante y con una cierta dosis de oportunismo. En cualquier caso nos consta que con el tiempo se convirtió en un zalameño más ganándose el respeto y la consideración de sus paisanos.
Manuel Domínguez Cornejo Antonio Domínguez Pérez de León
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