ACTAS CAPITULARES DEL ARCHIVO MUNICIPAL (III)
Continuando con la forma en que las actas capitulares reflejan algunos acontecimientos significativos de la historia de Zalamea, encontramos en ellas el nacimiento de nuestra feria cuando el 5 de octubre de 1842, la corporación municipal acordó solicitar autorización para celebrar una feria de ganado en los días 18, 19 y 20 de septiembre, eran tiempos en que las explotaciones agrícolas y ganaderas constituían un pilar fundamental en la economía del pueblo y con ello se pensó en potenciar las transacciones de ganado. Por tanto podemos deducir que fue en 1843 cuando tuvo lugar por primera vez la celebración de la nuestra feria. El lugar elegido fue los alrededores de la ermita de San Vicente. Consecuencia del auge que tuvo y de las fiestas que acompañaron a la feria fue la celebración de corridas de toros que motivó la construcción de una nueva plaza de toros ya que estos festejos se venían celebrando en un corralón. También la edificación de la nueva plaza tiene su reflejo en las actas capitulares cuando el 6 de octubre de 1878 se acordó conceder un solar para la construcción de una plaza de toros a la sociedad de los arrepentidos, cuyo primer presidente fue don Manuel Carvajal.
Continuando con nuestra feria , en 1894, el 8 de abril se acordó, para evitar los riesgos de la climatología trasladarla al mes de julio, pero esta decisión no debió obtener los resultados apetecidos porque el 17 de Mayo de 1896, tan solo dos años después se decidió volver a la antigua fecha. Como la fiesta que acompañaba a la feria era cada vez más del gusto de todos, el 10 de agosto de 1900 se acordó cambiar de nuevo la fecha para que la feria se iniciara el sábado siguiente al 17 de septiembre para que al menos coincidiera con un día festivo y de esta manera los operarios de las minas pudieran disfrutar de ella.
Abordando ya otro tema, es llamativo, sin embargo, el poco eco que tuvo en las actas capitulares los sucesos del 4 de febrero de 1888, fecha en la que, como se recordará, una manifestación que protestaba contra las calcinaciones al aire libre de las minas, fue duramente reprimida. Presumimos que el temor a las posibles represalias hizo que en esas fechas no se reflejara nada relacionado con lo ocurrido ese día y los que le siguieron. Con anterioridad el ayuntamiento sí se había posicionado claramente contra las calcinaciones al aire libre con un acuerdo tomado el 12 de Junio de 1887 por el que las prohibía en todos los establecimientos mineros de su término municipal. No es nuestra intención valorar aquí los sucesos ocurridos (Los interesados en profundizar en esta cuestión pueden consultar la serie de 10 artículos titulados “El año de los tiros” publicados en esta blog). Queremos reflejar la extrañeza que nos causó que no se reflejara nada en las actas. El día anterior, el 3 de febrero, si encontramos un acta de una sesión extraordinaria celebrada a las 12 de la noche para dar cuenta de la agitación existente a esa hora en el pueblo con movimientos de protesta por los humos de las calcinaciones de las minas de Riotinto. La manifestación tuvo lugar, como es sabido, el 4 de febrero y acabó con una matanza sin precedentes en la comarca. El 5 de febrero se reúne el ayuntamiento y no se hace constar nada en las actas. ¿Puede alguien pensar que no se comentara nada, teniendo en cuenta que el alcalde de Zalamea era uno de los que encabezaba la manifestación, junto a Ordóñez, Lorenzo Serrano y Tornet?
Pasado el tiempo, el miedo se va diluyendo y empezamos a encontrar algunos reflejos de los hechos. Así, el 17 de mayo, se da cuenta de la muerte de don Juan Talero, político que se destacó en la defensa de los pueblos afectados por los humos de las calcinaciones, acordándose manifestar las condolencias a la familia y nombrar una comisión que fuera a manifestársela personalmente y también realizar honras fúnebres en su memoria en la parroquia. El 9 de marzo de 1890 se decidió erigir un monumento a este hombre y empedrar la plaza que llevaría su nombre. El acto de inauguración tuvo lugar el 20 de mayo de 1890 con la presencia de un hermano de Talero y el prestigioso periodista José Nogales. Monumento que aún podemos contemplar y que fue durante más de cien años el único recuerdo que quedó en toda la comarca de los sucesos del 4 de Febrero.
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