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ZALAMEA LA REAL - HISTORIA

EL PUEBLO QUE CONSTRUYÓ LOS DÓLMENES DE EL POZUELO

EL PUEBLO QUE CONSTRUYÓ LOS DÓLMENES DE EL POZUELO

Cuando alguien visita los dólmenes de El Pozuelo le vienen a la cabeza una serie de preguntas:

¿Cómo vivían los pueblos que construían este tipo de sepulcros?

¿Cuál era su organización social?

¿Qué creencias le llevó a realizar tales manifestaciones funerarias?

Por lo que podemos deducir de los estudiado hasta hoy, estamos asistiendo al primer gran cambio en la estructura de la prehistoria en nuestra zona.

A finales del neolítico, la religión y los rituales religiosos, entre los que ocupa un destacado lugar los funerarios, toman relevancia como un factor fundamental en la organización y estructura social de aquellos pobladores de nuestro territorio. Nos encontramos, por primera vez en nuestra historia con un monumento funerario cuya significación va mas allá de esa función, un lugar entorno al cual se concentran una serie de manifestaciones religiosas que lo convierten  en un símbolo emblemático para la comunidad que los construye.

Su finalidad no es exclusivamente funeraria, se trata de un monumento religioso en el que la inhumación es un elemento más de las creencias que llevaron a sus constructores a levantarlo. Por establecer una comparación, encontramos un paralelo, salvando las distancias y con las diferencias lógicas que establece el tiempo y las distintas creencias, en nuestras iglesias y ermitas de la Edad Media y Moderna  en las que además de  ser lugares en los que se rinde culto a Dios o a los Santos y se celebran ceremonias religiosas, se entierran en su interior los cadáveres de los creyentes. T

Todo ello implica que estar creencias vienen a determinar en gran manera su vida y su organización social.

Por otra parte, para hacerlos perecederos hay que levantarlos con elementos perdurables y por lo tanto hay que recurrir al material que, de todos lo que se disponen en ese momento, es el más resistente al paso del tiempo, la piedra. A medida que aumenta la población y se hace más compleja su sociedad, se agranda, consecuentemente, el monumento; el estudio del ritual viene a corroborar lo expuesto anteriormente y nos acerca más a la forma de interpretar la religión por parte de estos pobladores.

Aunque en estos yacimientos, los restos óseos que se han recuperado, por el estudio de otros sepulcros similares a los nuestros, done sí se han encontrado restos abundantes, se deduce que estos se colocarían por todo el sepulcro, directamente sobre el Suelo, situándolos junto a las paredes y guardando una posición similar o variada; así mientras en algunos sepulcros se les pone sentados en cuclillas con la espalda apoyada en el ortostato, en otros se le coloca en decúbito supino y en orientación transversal respecto al eje del sepulcro. La posición de sentado en cuclillas, es bastante frecuente en los sepulcros megalíticos y de otro tipo coetáneos a ellos, Solían ocupar poco espacio, pareciendo haber sido atado previamente y algunos de ellos se calzaban con piedras para que mantuvieran el equilibrio. En otro orden de cosas, sabemos que en los sepulcro se enterraban juntos a los niños y a los adultos, así como a mujeres y hombres.

Cuestión importante dentro del ritual funerario es la colocación de los ajuares. Es frecuente encontrar en ellos, depositados como ofrendas, huesos de animales que bien podían ser restos de comida o trofeos de caza con el fin de que acompañasen al difunto en la vida de ultratumba. Los ajuares cuando no se trataban de osarios, se les ponían individualmente a cada uno de los enterrados, colocando junto a él, cerca de la cabecera o sobre las piernas si estaban sentados.

La aparición entre el ajuar funerario de ídolos placas y de ídolos almerienses vienen a certificar  sus profundas creencias religiosas y a dar sentido al carácter escatológico del enterramiento. El hallazgo en el exterior del dolmen de ídolos y restos de cerámica, algunas de ellas intactas, y que por su posición no cabe relacionarlas con el ajuar del enterramiento apoya la teoría de que en torno al monumento debieron llevarse a cabo algún tipo de ceremonia ajena al ritual funerario, aunque es lógico pensar que el carácter religioso y sepulcral son indisolubles.

Otro aspecto que viene a apoyar el carácter religioso del monumento megalítico es la orientación del mismo, que por regla general obedece a unas pautas que vendrían determinadas por sus creencias, es decir, la orientación no es casual sino que responde  a una poderos razón de ser relacionada con su religión. Por lo común están orientadas de E a O,  con la entrada hacia levante, con las variaciones lógicas que impondría la orografía de terreno y la época del año en que se iniciara su construcción. Nuestras iglesias y ermitas, recurriendo de nuevo a la comparación antes mencionada, eran construidas hasta hace bien poco siguiendo igualmente, unjas normas de orientación tambien de E a O, pero en este caso con la entrada hasta poniente; Así mismo, las mezquitas musulmanas están orientadas hacia la Meca.

Paralelamente al carácter esencialmente religioso del monumento, hemos de mencionar que recientemente se están barajando hipotesis de que el conjunto de monumentos megalíticos de una zona también tuviesen un valor significativo de posesión por un clan o tribu que le sirviese como marca territorial. De hecho es el único elemento, ya que el poblado pudiera no tener un carácter estable, que permanece inalterable y demuestra que el territorio viene siendo ocupado por distintas generaciones de una misma tribu oclan.

Después de todo lo dicho anteriormente procede abordar como era la organización social de estos pueblos, tarea nada fácil y que, en todo caso se mueve en el terreno de la hipótesis.

Aunque recientemente hemos detectado dos emplazamientos, circunvalado  uno de ellos de paredes, éste en las cercanías de la mina de Chinflón  y otro en el lugar conocido como  “Las Perulas” que muestran en superficie  restos de cerámicas y que  bien pudieran tratarse de poblados semifortificados cuyo estudio y excavación si confirmara esa eventualidad, podrían arrojar alguna luz sobre muchas de las oscuridades que aún proyecta la cultura dolménica de El Pozuelo, ya que hasta ahora los únicos elementos de los que podemos deducir nuestras conclusiones son el espacio de habitabilidad, la ubicación y disposición de los enterramientos, el propio monumento megalítico y el ajuar.

Basándonos en estos elementos y con suma cautela podemos deducir que probablemente se tratara de grupos poblacionales dispersos que ocupan y aprovechan zonas fértiles, que en el caso del Pozuelo, estarían situadas al norte y oeste de los enterramientos. Es difícil establecer la relación que pudiera existir entre estos grupos poblacionales, que a su vez estarían divididos en clanes familiares. Estos clanes familiares estarían sujetos a una unidad superior en la que uno de los elementes o factor común, sería el culto religioso o funerario.

No sería muy aventurado concluir en que cada grupo dispondría de un lugar, que podemos denominar sagrado en el que construyen sus monumentos funerarios lugar que se constituye como marca territorial  e identificativa de dicho grupo. En él es muy posible que cada dolmen correspondiese a un clan determinado. El número de ellos estaría, pues, en relación directa con la densidad de  cada grupo poblacional. Así el número de clanes que lo componen determina el número de dólmenes y el de personas que lo forman . Por ejemplo, en el área del Pozuelo, observando la disposición de los distintos grupos de población, habría uno que utilizaría como zona de culto y lugar de enterramiento la que está al este de Chinflón (Dólmenes 1,2,3, y 4), otro en torno al cabezo del Chivito (dólmenes, 5,6,7,8, y 9) y un tercero en los Lomeritos ( 11 y 12)

Igualmente la economía de estos grupo en general , y de los clanes en particular, se basaría en una agricultura de subsistencia y en una ganadería pastoril que quizá tuviese  mayor relevancia, aprovechando las especies autóctonas, como podrían ser: el cerdo y las cabras principalmente. Así mismo, la caza y la recolección de frutos silvestres ocuparía un papel destacado. Hay otro elemento más que no debemos olvidar. Se trata de la minería, que tendría un papel significativo, No tanto porque las actividades mineras se incorporaran como aspecto fundamental de su economía sino por las implicaciones sociales y culturales que conlleva

Probablemente el clan no ocuparía de manera permanente un lugar, sino que realizaría periódicos desplazamientos, que si bien eran limitados, vendrían impuestos por el agotamiento de los recursos de los lugares que habitaban. Dentro de cada clan se infiere una organización social en la que uno de sus miembros ostentaría una jefatura sobre el resto, como se desprende de hallazgo de algunos objetos del ajuar ( báculo del dolmen nº 4) que refleja una distinción entre las personas enterradas, denotando una posición preeminente; así mismo es probable, que en el clan hubiera personas, dentro de su organizan social básica, que realizasen funciones especificas y el algunos casos exclusivas, para cubrir algunas necesidades de sus miembros, De igual forma dado que el principal nexo de unión de los distintos clanes que integran un grupo poblacional son los cultos religiosos y funerarios, dentro de él, e independientemente de clan al que perteneciese, existía una figura que ostentaría una especie de liderazgo religioso común a todos ellos. En determinados momentos, claves para la vida de estos grupo, los clanes se aglutinarían en torno a esta figura, como podría ser algún tipo de manifestación religiosa o cultural o para la construcción de un nuevo dolmen en la que sería preciso la intervención de todos los miembros válidos. No es de descartar que e clan al que perteneciese esta figura dispusiera de una posición preponderante respecto a los demás.

Manuel Domínguez Cornejo           Antonio Domínguez Pérez de León

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