LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN ZALAMEA LA REAL (V)
LAS TROPAS FRANCESAS ENTRAN EN ZALAMEA
En el capitulo anterior dejamos a las tropas españolas al mando del general Ballesteros instaladas en Zalamea, sus soldados son alojados en casas particulares y se preparan para hacer frente a los franceses que al mando del mariscal Montieur se dirigen al pueblo desde El Castillo de las Guardas. De esta manera, el 15 de abril de 1810, el ejercito invasor entra por la Fuente del Fresno, avanza lentamente por lo que entonces era poco menos que un descampado donde encuentra ya algo de resistencia, hasta llegar después a la calle denominada Juego de las Bolas, conocida hoy como calleja Padre Gil en honor a este zalameño, destacado activista contra los franceses (1), con la intención de llegar al Centro y ocupar las casas capitulares, entablándose una lucha abierta entre los ocupantes y las tropas españolas integradas por regulares y voluntarios, el combate debió ser encarnizado, pero finalmente los invasores, en clara superioridad numérica, obligan al destacamento de nuestro ejército a retirarse en dirección a El Villar acompañado de numerosos vecinos temerosos de las represalias de los franceses. Parece ser que las bajas fueron muy elevadas por nuestra parte.
Durante su estancia en el pueblo el mariscal Montieur reúne al cabildo para ordenarle que inmediatamente nombrara una comisión para que se desplace a Madrid y presente obediencia al rey José I, hermano de Bonaparte. El miedo que los franceses infundieron en los zalameños fue tal que los cargos del Cabildo acordaron, aún después de marcharse los franceses, obedecer la orden. De hecho los ocupantes cometieron graves atropellos en los bienes y propiedades, tanto de particulares como comunales. Especialmente fue significativo el expolio de la Iglesia, como sucedía en la mayoría de los lugares que ocupaban, por ser ésta donde se encontraban los objetos más preciados.
Es en este punto donde se origina la tan conocida leyenda de la sustracción de la famosa custodia de plata por los franceses. Es tradición en Zalamea, transmitida oralmente, que los franceses se llevaron, entre otra muchas cosas de valor, una custodia de plata cuando saquearon la Iglesia. No existe constancia documental sobre este tema, tampoco tenemos certeza de que el robo de la misma se produjera en la primera ocupación del pueblo por los franceses o en una segunda que tuvo lugar meses más tarde. Sabemos que la custodia era un magnífico ejemplar de arte religioso en plata, elaborado por la Hermandad del Santísimo Sacramento para la celebración del Corpus y que parece pesaba alrededor de 50 Kilos, por tanto de un gran valor artístico y material, por lo que no es de extrañar su expolio por las tropas de Napoleón, pero no quedó constancia de su robo por las tropas galas en ninguna parte salvo referencias indirectas. La tradición oral afirma igualmente que ésta se encuentra en Cádiz aunque este extremo no se ha podido confirmar y posiblemente carece de fundamento.
Los franceses se fueron de Zalamea el 17 de Abril de 1810, dos días después de su llegada, pero no tardarían mucho en regresar de nuevo. Antes, el 20 de Abril, el general Brayer, desde el cuartel general de los franceses en el Castillo de las Guardas, envía una orden para que los zalameños que estén fuera de la población vuelvan de nuevo a ella sin temor y permanezcan quietos (sin ofrecer resistencia) y acerca de que deben entregarse todas las armas blancas y de fuego de las que disponga la población para ser enviadas al cuartel general de Aracena, orden a la que, al parecer no se hizo caso.
(1) Hagamos antes de terminar una breve reseña biográfica del Padre Gil. Su nombre completo era Manuel Gil Delgado y nació en Zalamea el 11 de Octubre de 1741, hijo de Martín Gil y de su mujer María Rafaela, también naturales de esta villa. Desde muy joven mostró sus inquietudes por seguir la carrera religiosa y así ingresó en la Orden de Clérigos Regulares Menores de la casa del Espiritu Santo de la ciudad de Sevilla. Parece ser que teniendo 26 años protagonizó un pequeño incidente con su orden porque sin contar con los permisos pertinentes se trasladó a Zalamea para socorrer a su padre que se encontraba en una precaria situación, por lo que fue requerido para que de inmediato volviera, en el plazo de 24 horas, a su clausura. Destacó por sus dotes oratorias y como escritor de obras científicas, llegando a ser visitador general de su orden. Sus inquietudes políticas le llevaron a formar parte de la Junta Central Española durante la invasión francesa, representando a la misma como embajador en Nápoles. Debió tener un papel destacado en aquella puesto que Benito Pérez Galdós lo menciona directamente en uno de los episodios nacionales que dedica a la Guerra de la Independencia.
Manuel Domínguez Cornejo Antonio Domínguez Pérez de León
1 comentario
Antonio Barragan -
Gracias y enhorabuena por vuestro blog.
http://elgazpachodezalamea.blogspot.com/