EL LIBRO DE LOS PRIVILEGIOS 1579-1592 (II)
EL ENFRENTAMIENTO ENTRE EL ALCALDE Y EL COMISIONADO REAL
Después de ser anulada la venta de Zalamea al marqués, se inicia la delimitación del término que por aquel entonces era aún impreciso y que era necesario concretar, pero en aquel entretanto muere en el ejercicio de su cometido el licenciado Álvaro de Santander, el comisionado real desplazado a Zalamea con el fin de llevar a cabo el proceso, ocupando su cargo interinamente el doctor Burgos de Paz que lo ejerció hasta el nombramiento de don Miguel de Rado como juez de comisión para terminar de amojonar el término y entregarlo a las autoridades de Zalamea.
Pero el primer problema surge cuando se trata del dinero que había que entregar al rey para comprar nuestra propia jurisdicción -15 cuentos (millones) 104.190 maravedíes. No disponiendo el pueblo de esa cantidad en efectivo tuvo que embargar los bienes de propio y tomar un préstamo de doña Brígida de Arco Corso, saliendo como fiador un zalameño ilustre de aquella época, Don Francisco Bernal Estrada. Este hombre, nacido en Zalamea, alcanzó muy joven altos cargos eclesiásticos en Jerez y Sevilla.
Una vez garantizados los fondos, el ocho de Mayo de 1581 Felipe II extendió una cédula por la que se concedía a Zalamea la jurisdicción y rentas jurisdiccionales de su propio término y la potestad de elegir sus alcaldes, oficiales y alguaciles, sin que se les pueda poner corregidor. Al año siguiente se procede a continuar con el amojonamiento y la delimitación de territorio para la cual había sido comisionado, tal como dijimos, el licenciado Rado al que se le había asignado un plazo de veinte días, cobrando su salario y el del escribano, Juan Catalán, del concejo de Zalamea.
Mientras tanto, al principio de aquel año, 1582, se había procedido como era uso y costumbre, a nombrar los cargos del concejo que regían la villa. Estos fueron, Alonso Pérez León y Alonso Romero, alcaldes ordinarios; Andrés Pérez León y Alonso González, alcaldes de la Santa Hermandad; Juan González Lorenzo, mayordomo; Pedro Alonso Bernal, alguacil; y Bernabé González, Juan Varela y Gregorio Salvador, como regidores, cargo equivalente al de los actuales concejales.
Don Miguel de Rado, dilató el proceso de amojonamiento excesivamente, enfrentándose al Concejo que se exasperaba ante la lentitud de aquel en efectuar su cometido. Ya el año anterior, dicho concejo había enviado a Juan Serrano a Almonaster - pueblo que seguía un proceso paralelo al nuestro y en el que se encontraba dicho licenciado - con un requerimiento para que terminara de delimitar el término, siendo despedido con evasivas. Zalamea, protesta ante el Consejo Real de Hacienda que responde instando a Rado para que dé posesión de aquel a las autoridades de nuestro pueblo y así el 5 de Septiembre de 1582 , emprendió de nuevo su tarea. Ya en el amojonamiento se pusieron de nuevo de manifiesto las disputas entre Zalamea y Niebla por cuestiones de límites entre sus respectivos términos, a los que ya hemos hecho referencia en un artículo anterior (Los límites entre Zalamea y Valverde, un pleito de mas de 400 años). En todo este proceso estuvo acompañado por Juan González Lorenzo, mayordomo del Concejo, como antes dijimos, al que por último le hace entrega solemne de los edificios públicos, la cárcel, el pósito y las casas del Cabildo. A renglón seguido les hizo saber su intención de darles posesión de sus cargos en nombre del rey.
Esto no fue del agrado de los munícipes zalameños que entendían , según la cédula de 8 de Mayo de 1581 por la que el rey les concedía la potestad de elegir sus cargos sin que se le pudiera poner corregidor, que Rado había cumplido ya su función como mero juez de comisión y por tanto no podía nombrar los cargos del concejo. De esta manera le presentaron, el 20 de Septiembre de 1582, un requerimiento para que no osase molestarles en la posesión de sus varas. No obstante el licenciado insiste en su intención y les convoca con ese fin el domingo, 23 de septiembre en las casas del Cabildo.
En principio parece ser que su propósito fue la de ratificar a los que ya estaban, sin embargo para algunos miembros de la corporación aquello suponía un atentado a su honor y dignidad en tanto que era hacerles entrega de algo por lo que habían pagado y que consideraban fuera de lugar. Llegado el momento, determinados miembros del concejo optaron por plegarse a la autoridad de Miguel de Rado y les entregaron sus varas que éste les devolvió después de haberlas juntado con la suya como símbolo de posesión real, pero otros, encabezados por el alcalde Alonso Pérez León, se resistieron a hacerlo adoptando una postura enérgica y orgullosa ante el corregidor extendiendo sus varas pero sin soltarlas. Y así, tal como aparece en los documentos, “…habiéndosela dado no la acabó de soltar porque la mantuvo asida por un extremo de ella” Y para evitar un escándalo público el licenciado “…dio la suya propia a Juan Serrano, de la calle de la Iglesia…”, destituyendo a Alonso Pérez León, y haciendo lo mismo con los tres regidores que le habían apoyado, nombrando a otros nuevos. Los destituidos presentaron al día siguiente una reclamación exigiendo la posesión de las rentas del almojarifazgo.
Aunque en Historia no se puede ni se debe entrar en interpretaciones ni valoraciones subjetivas, si es perfectamente destacable el valor del que hicieron gala al enfrentarse a todo un corregidor comisionado por el rey, asumiendo los riesgos que aquello podía suponer.
Imagen de la foto: Primera página del Libro de los Privilegios de Zalamea la Real
Manuel Domínguez Cornejo Antonio Domínguez Pérez de León
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