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ZALAMEA LA REAL - HISTORIA

LA GUERRA CIVIL EN ZALAMEA LA REAL (III)

LA GUERRA CIVIL EN ZALAMEA LA REAL (III)

LOS FUGITIVOS (Segunda parte)

 Resignados, como ya dijimos en la primera parte de este capítulo, a vivir ocultos en el campo, los fugitivos comienzan a organizarse con un doble fin, por una lado salvarse de su detención y probable ejecución por parte de las tropas nacionales y por otra la de constituirse en una especie de resistencia a las fuerzas sublevadas, siempre con la esperanza de que la guerra diera un vuelco favorable a los republicanos. Estos grupos establecieron una organización básica, con sus propios mandos y, aunque disponían de una gran autonomía, contaban con información e instrucciones que le llegaban del bando republicano y enlaces de comunicación entre los distintos grupos.

 En el término de Zalamea se formaron varias partidas que se distribuyeron por lo más agreste del territorio del municipio. Un grupo se refugio en el entorno de Las  Zahurditas. Estaba integrado por huidos tanto de nuestro pueblo como de otros próximos. Sabemos que disponían de armas y de una infraestructura que les permitía un cierto nivel de seguridad. Al igual que otros grupos, éste realizó incursiones en caseríos y fincas particulares, entre las que se puede contar el asalto a la finca de El Espinillo de donde se llegaron a llevar doce vacas. El grupo se dividía a su vez en otros dos, uno en el mismo campamento de Las Zahurditas y otro instalado en el alto de Los Barreros. Esta división se llevó a cabo por razones de seguridad, sin embargo, para sus acciones,  coordinaban esfuerzos para conseguir un mejor efecto. En este lugar llegaron a tener su propio horno de pan que se ha conservado a pesar del tiempo transcurrido y que aún hoy puede visitarse . De la misma manera utilizaron uno de los dólmenes de El Pozuelo como almacén para guardar las provisiones.

 Tenemos también noticias de que partidas formadas en otras zonas de la provincia realizaron igualmente incursiones en nuestro término municipal. Fue el caso de las del Zorro o la de Flores.

 En 1937 se constituyó la  partida denominada Sacahuntos que se mantuvo activa hasta los años 40 o la del Malpuro formada en su mayor parte por fugitivos de Zalamea y Valverde, mandada por los hermanos Salgado Castilla. Con la llegada de guerrilleros del 14º Cuerpo del Ejército, apodados los Niños de la Noche, aumentó la concentración de huidos así como las esperanzas de triunfo de estos fugitivos. Se producen entonces de una manera más continuada los saqueos y las acciones de resistencia intentando ocupar de nuevo pueblos y aldeas, como sucedió en Nerva en febrero de 1937. Además tienen lugar atentados contra vías de comunicación e instalaciones del ferrocarril, de manera que desde finales del 36 la carretera de Huelva a Badajoz a la altura del término de Zalamea se convirtió en una pesadilla para las tropas nacionales. Las acciones de la guerrilla se multiplicaron de tal forma que se llegó a tener la impresión de que esta zona aún estaba en guerra. Fue por lo que, el 6 de agosto de 1937, Queipo de Llano vuelve a declarar la zona de la Cuenca Minera  como zona de guerra con lo que, de nuevo, son destinados a nuestra comarca destacamentos de militares entre los que, por cierto, se llegó a encontrar también algún que otro soldado zalameño. Esta declaración de guerra sirvió de excusa para dar paso  a una segunda fase de represión que comentaremos en un próximo capítulo.

 Paralelamente y, con el fin de llegar a una mayor eficacia en su lucha  contra los fugitivos, se constituyen las “harcas”, grupos de voluntarios milicianos, lugareños conocedores del terreno, algunos de ellos antiguos fugitivos convertidos al bando nacional, que eran encabezados por un mando militar profesional. Realizaron multitud de batidas, muchas de ellas con gran éxito. La que más fama tuvo en la provincia  fue la “harca del capitán Robles”, denominada de esta manera por el nombre del capitán de la Guardia Civil que los dirigía, José Roble Alés.

 Esta “harca” realizó batidas por todo el término. En una de ellas, el 26 de Diciembre de 1937, cerca de El Pozuelo lograron abatir a tres guerrilleros, a uno de ellos se le encontró un mapa con los itinerarios y campamentos guerrilleros de la provincia. El día 22 de Febrero  consiguen rodear  el campamento de las Zahurditas, pero los fugitivos allí refugiados, perfectos conocedores del terreno, lograron huir sin  sufrir ninguna baja  entre las más de 30 personas que se encontraban allí en ese momento, sólo pudieron hacerse con algunas de sus armas y una máquina de escribir. Sin embargo, más tarde, los guerrilleros lograron reorganizarse y realizaron una incursión en la aldea de El Pozuelo en la que se apoderaron de víveres y caballos. No obstante, días después, en otro encuentro con tropas nacionales, les fue arrebatado todo lo que habían conseguido.

 Hubo otro grupo de fugitivos refugiados al noroeste del pueblo, en las proximidades  del río Odiel, muy cerca de la finca “El Puerto”. Por lo que hemos podido saber, allí fueron rodeados y capturados algunos de sus miembros por las tropas nacionales. Los sobrevivientes, algún tiempo después, atacaron como represalia dicho cortijo y mataron a su dueño.

 A finales de 1938, comienza a decaer el fenómeno de la guerrilla. Varias fueron las razones. En primer lugar la presión a la que estaban siendo sometidos, tanto por las fuerzas regulares  del bando nacional como por las diferentes “harcas”; en segundo lugar porque los ánimos empezaron a debilitarse por el temor a la  represión que sufrían los familiares de los fugitivos; también influyó la desmoralización  que conllevaba  ver que la guerra estaba prácticamente perdida por parte de los republicanos. Paulatinamente fueron siendo capturados o abatidos, otros se entregaron voluntariamente. Sin embargo, algunos de los campamentos de los que hemos hablado, como fue el caso de Las Zahurditas, volvieron a ser ocupados esporádicamente por otros fugitivos, una vez que tuvo lugar la victoria definitiva de los nacionales.

 En definitiva, el fenómeno de los fugitivos y de la resistencia de la guerrilla ha sido uno de los capítulos más intensos pero menos recordado de la guerra civil.

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